Chichicastenango, la Ciudad Guatemalteca de Raices Mayas, y el Homenaje a sus Muertos
Su nombre resulta difícil de pronunciar -y de recordar-, pero los colores, la vitalidad y los olores de esta localidad del altiplano guatemalteco no caerán en el olvido.
Nos referimos a Chichicastenango, una pequeña ciudad conocida por sus fiestas, su mercado y por un cementerio que honra a sus difuntos entre rituales mayas y tumbas de cromatismo singular.
En Chichi la muerte no es sinónimo de tristeza, sino una oportunidad de renacer.
Su peculiar camposanto, situado en lo alto de un cerro, salpicado de panteones y lápidas multicolores, delata costumbres ancestrales y una intensa conexión de los vivos con sus antepasados, difícilmente comprensible desde la tradición católica.
La Muerte es de Colores !!!!
Y es que para la etnia Quiché, que habita la región, la muerte es de colores. El blanco honra la memoria de los padres; el turquesa, el de las madres; el rosado, el de las niñas y el celeste, el los niños. Los abuelos son enterrados bajo un tono amarillo intenso, símbolo de la protección del sol sobre la humanidad.
Atravesar el umbral del Cementerio General es adentrarse en un universo caótico y mágico, paradójicamente lleno de vida.
Los chamanes ofician plegarias y ofrendas con fuego, incienso, e incluso aguardiente -ahuyentador de malos espíritus-, como protagonistas. Persiguen la reconciliación de los vivos con la muerte.
Desde los días previos a Todos los Santos el cementerio se llena de niños correteando entre tumbas, mujeres limpiando y hombres, brocha en mano, dando la última capa de pintura a sus tumbas.
No será hasta la noche anterior al día de los muertos cuando los jóvenes recorrerán las calles de Chichi al son de los tambores para acabar durmiendo en el camposanto, en una demostración de que no temen a la presencia de los muertos.
Visitar la localidad en esta época del año aporta un plus de interés, propiciado por el exotismo de su camposanto, lo cierto es que Chichicastenango recibe turistas durante todo el año, sobre todo seducidos por su mercado indígena, uno de los más importantes de Guatemala.
Situado frente a la iglesia, en la plaza principal y en las callejuelas adyacentes, se ha convertido en un impresionante mosaico de colores y olores, que atrae desde hace décadas a gentes de pueblos y aldeas de los alrededores para vender frutas, verduras, alfombras, artesanía tradicional, los típicos huipiles -los vistosos trajes de mujer- e incluso sombreros y collares.
En este mercado, que tiene lugar dos veces por semana -jueves y domingo-, desde primeras horas de la mañana hasta la tarde, se impone el regateo, por lo que si lo visitas, deberás negociar los precios…
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